Me tocó cuidar de Salma unas horas, y, aunque al principio, la separación con sus dueños no lo llevó muy bien, en seguida se adaptó y lo gestionó muy bien. Se vino conmigo sin problema y en el paseo va genial, aunque la pobre tiene miedo a perros grandes. En casa estuvo muy bien, algo inquieta, pero supercariñosa y lista como ella sola. En resumen, fue un placer cuidar de ella.