Uli, como buen dálmata, necesita sentirse seguro y hacer bien de ejercicio para estar tranquilo. Por eso ha disfrutado de nuestros largos paseos por el monte (apenas tira de la correa), ha explorado a conciencia nuestro jardín y ha dormido muy tranquilo en su transportín en nuestra habitación. A pesar del calor, Uli y mi galgo se han animado a jugar un poco.