Nana llego a nuestra vida de casualidad. Abandonaron a su madre recién parida en el campo, en Sevilla y a través de una compañera de trabajo supimos que le buscaban hogar a los cachorros. De cachorro era muy inquieta, pero con el tiempo se ha vuelto miedosa y más precavida. Es muy buena, pero evitamos situaciones en las que se vea acorralada. Tiene mucha paciencia, y deja que nuestro hijo (que llegó después que ella) juegue con ella.