Teo, un adorable teckel de ocho años, fue una alegría tenerlo en casa. Es un perrito graciosísimo, que nos pedía caricias poniéndose patas arriba. Durmió tranquilo en nuestra habitación y nos hizo reír al arrastrar su manta para jugar. Aunque no le gustaba mucho el gato y se limitaba a ladrarle, fue un perro muy tranquilo. Esperamos que dure muchísimos años y, si sus dueños regresan, nos encantaría cuidarlo nuevamente.
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