Fui a pasear a Wilson a su casa, porque su dueña tenía que estar fuera ese día. Wilson como siempre se portó como un señor. El pobrecillo estaba con catarro y tomando antibióticos, pero aún así paseamos con calma por los alrededores del barrio. Wilson disfrutó saliendo, y yo también. Ningún problema. Él ya sabe lo que hay que hacer. Es un perro muy responsable y cariñoso.
Wilson se lo pasó genial revolcándose en el prado panza arriba. Nunca había visto un perrito disfrutar tanto de la hierba, y eso que llevaba la correa puesta. Comió bien, durmió bien, y como siempre, sin problemas, tranquilo y sociable. Es como un lord inglés en perro, muy difícil que pierda la compostura. Con mis perritas bien también, les parece totalmente normal que venga por casa, y se sienten muy relajadas con él aquí. Fue un buen fin de semana.
Wilson es un auténtico cielo. Volvió a casa y ya sabía dónde tenía qué comer y dormir, se integró en un santiamén porque ya era la segunda vez que venía. No da ningún problema, es un perrito totalmente educado y tiene el mejor carácter del mundo. Incluso si mis perritas le pegan algún gruñido (porque se asustan algo al verlo tan grande), él no responde, y sigue intentando jugar. Es un bonachón. Hace la tarea de cuidarlo muy muy sencilla.
Wilson es un perro tranquilo y pacífico que no se mete con nadie. Un bendito. Se portó muy bien mientras estuvo en casa y se adaptó sin problemas en los paseos, comidas y demás. Además le hizo mucha compañía a Nana, cuando ella dormía en la habitación. Un gran perro, obediente y educado.