Aunque no es lo habitual en nuestro blog, hoy quiero escribir este post en primera persona del singular y contar una experiencia que he vivido hace unos días de la forma más personal posible.

Este verano por fin he podido realizar uno de los viajes de mis sueños a un país tan increíble como es Grecia. Una de las muchas cosas que me sorprendió de Grecia, dejando a un lado su arquitectura, sus calles, su comida, sus playas y su gente, es el número de perros que viven en la calle. En España, pese a tener una de las mayores tasas de abandono de Europa, no estamos acostumbrados a ver perros vagabundear (al menos en las grandes ciudades) y dependiendo de la zona donde vivas lo verás más o menos o estarás más o menos acostumbrado a verlo a diario. Pero es una realidad que los perros que viven en la calle en nuestro país llevan el miedo y la incertidumbre en su cara. “¿Viviré hasta mañana?”, parecen siempre decir sus ojos cuando se cruzan con los tuyos durante segundos en la carretera que ha cruzado apresurado. Y, si te ha pasado esto y eres tan amante de los animales como lo soy yo, querrás poner siempre a ese perro en un lugar seguro sin ni siquiera pensar en lo que te pueda ocurrir a ti (o al menos deberías hacer una llamada a la protectora más cercana para que acudan a buscarlo).

Pero en los ojos de los perros que me crucé en las calles de Atenas no vi miedo, ni vi angustia, ni siquiera hambre o sed. A esos perros, curiosamente todos de tamaño grande y con aspecto de ser perros viejos, no parecía importarles estar en la calle ni afectarles lo que ocurría a su alrededor.

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Mis primeros encuentros con perros de la calle en Atenas fueron muy angustiosos. Quería ayudarles a toda costa, hacer algo por ellos dentro de mis posibilidades estando de vacaciones en un país donde no está mi casa, así que me limitaba a alimentarles con lo que tuviese a mano en ese momento o buscar agua para ellos. Me empecé a obsesionar un poco y guardaba restos de mi cena en restaurantes o puestos de comida para dárselo a los perros que me cruzaría de vuelta al hotel. La realidad es que ni uno solo de esos perros se inmutó ante mi “amabilidad”. Ni siquiera un perro negro y peludo que se sentó a mi lado un día muy caluroso mientras yo tomaba una cocacola, jadeando y pareciendo morir, se emocionó lo más mínimo cuando le puse al lado un vaso de agua fresca. Se limitó a beber un poco a desgana, sin ni siquiera mirarme, y siguió tumbado a mi lado sobre el suelo.

¿Qué demonios le pasaba a esos perros? ¿Por qué no se desviven por quien les tiende una mano, como hacen los perros en España? ¿Por qué esa indiferencia hacia las personas? Todos esos perros se limitaban a estar tumbados en mitad de calles transitadas o plazas, sin miedo a ser pisados, maltratados o atropellados, simplemente viendo la vida pasar. Parecían incluso felices de llevar esa vida.

Una noche, cenando en un restaurante en Chania (en la isla de Creta) terminé hablando con el gerente del local sobre su perro. Los camareros en la isla son tan cercanos y amables que terminan sentados contigo en la mesa charlando de la vida en general, pero esa es otra historia. Aproveché para preguntarle acerca de este hecho que me quitaba el sueño esos días: ¿por qué hay perros en las calles? Me dijo que, debido a la crisis que atraviesa el país, la gente simplemente ha abierto la puerta y dejado ir a sus perros por no poder mantenerlos, porque, según me dijo, “en la calle no viven mal”. Esa noche sus palabras me hicieron creer que era un hombre insensible pero días después, cuando viajé a Atenas, lo entendí todo.

La situación en Atenas parece ser distinta que en las islas, y si bien es cierto que el número de perros que vi en la calle es mayor, la realidad es que esos perros pertenecen a la calle, y no es sólo una forma de hablar: esos perros realmente pertenecen a la ciudad de Atenas y a sus habitantes y han sido censados, chipados, esterilizados y desparasitados, hay habilitados lugares para el descanso en lugares públicos y turísticos, y toda la ciudad se encarga de alimentarlos y de bajarles una manta si hace frío, de abrir los portales para ellos en los días de lluvia y de respetarlos como a cualquier otro habitante ateniense.

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Para saber quién se encarga realmente de estos perros, hemos hablado con los administradores de la página de Facebook de Loukanikos. ¿Cómo olvidarnos de Loukanikos?

Loukanikos fue uno de estos perros de la ciudad de Atenas de los que hoy os hablamos. Se hizo famoso en el mundo entero por participar activamente en las protestas contra los recortes llevados a cabo por el Gobierno griego en 2011, y Loukanikos no estaba dispuesto a apretarse más aún el collar. Se convirtió en símbolo de lucha y dicen que murió en paz tras retirarse de la primera línea de batalla, ya que sus pulmones habían respirado demasiados gases tóxicos.

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Loukanikos

 

Volviendo al tema que nos ocupaba, los administradores de la Fan Page de Loukanikos nos informaron de que son las asociaciones y protectoras quienes se encargan del bienestar de estos perros. Nos remitieron a varias de ellas. La Asociación Filozoiki Panoramatos nos comentaba esto:

 “Los perros callejeros que no reclama ningún ciudadano, llevan un control de cada Ayuntamiento. Algunos Ayuntamientos colaboran económicamente con el programa de esterilización, vacunación y ayuda médica para perros necesitados. Ellos cooperan con las Asociaciones locales para la localización y captura de perros en la calle. La legislación en Grecia no está a favor de las perreras públicas, así que parte de los fondos que el Ayuntamiento destina al cuidado de sus perros y gatos va a parar a los hoteles caninos de la ciudad, quienes tienen un contrato con el Ayuntamiento y son los encargados de albergar y hospitalizar a esos animales necesitados el tiempo que sea necesario”.

Al parecer, las protectoras animales están tan saturadas que el pueblo griego ha tomado la decisión de mantener en ellas a los perros más vulnerables por su tamaño, o a los que les resultará más fácil ser adoptados, y cuidar en la calle entre todos a los perros más grandotes y más curtidos. Así que es muy habitual ver casetas de perros en museos y parques, cuencos con comida y agua por todas partes, mantas en las puertas de las casas, etc.

Todos estos perros están debidamente identificados con un collar rojo o azul y una chapita, y puedes verlos en cualquier rincón de la ciudad de Atenas, Partenón incluido.

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Fotografía de aimeeault.com

Por otra parte, Irini Molfessi, Presidenta de la Panhellenic Animal Welfare Federation, (la Federación Panhelénica de Bienestar Animal), nos comenta esto acerca de la implicación de los Ayuntamientos en el cuidado de sus perros y de la situación en general. No dejes de leer porque no tiene desperdicio:

“Los perros callejeros no pertenecen a los municipios. Eso es una distorsión de la Ley y un malentendido común en la mayoría de las personas, incluyendo a los funcionarios municipales quienes a menudo usan este argumento para decidir arbitrariamente qué hacer con los perros callejeros.

De acuerdo a la Ley Griega, los municipios están a cargo de los perros callejeros y deben establecer programas de captura-esterilización-liberación en cada municipio. La realidad es que casi ningún municipio pone en marcha campañas de esterilización.

El 99% de las esterilizaciones son organizadas por organizaciones de bienestar animal y personas individuales, gastando su propio dinero y sin recibir ningún tipo de ayuda o apoyo. Atenas es una excepción, ya que hubo una campaña de esterilización desde 2004 al 2010, y a partir de ahí se ha realizado irregularmente en el tiempo. Esto siempre fue una programa limitado en términos de resultados (número muy limitado de perros esterilizados, muy pocas adopciones, etc.) y descaradamente sobre-presupuestado (mucha corrupción alrededor de este asunto) pero, por supuesto, eso es mejor que no tener ningún programa.

Los perros que viven en el centro de Atenas son cuidados por ciudadanos y voluntarios de asociaciones de bienestar animal como la nuestra, quienes los alimentan cada día, los esterilizan si el Ayuntamiento no lo ha hecho, les identifican con chapas, los llevan al veterinario cuando resultan dañados o están enfermos y en general, les protegen contra agresiones lo mejor que pueden. Los Municipios ayudan distribuyendo una cantidad de comida a todos aquellos que alimentan perros callejeros.

Suele haber intentos por parte del Estado y de ciudadanos hostiles de perseguir a los perros callejeros del centro de Atenas, pero la gente reacciona siempre en voz alta y esos intentos suelen generalmente paralizarse. Es un hecho que el pueblo ateniense, especialmente las generaciones más jóvenes, se han convertido en personas mucho más amigas de los animales de lo que fueron hace algunos años. También es un hecho que los perros callejeros en Grecia son notablemente más sociables y buenos por naturaleza y eso les ayuda a ser aceptados en esta nueva sociedad.

Poco a poco los perros callejeros se han ganado su derecho a existir, a vivir en la ciudad junto a la gente. Las organizaciones por el bienestar animal han luchado muy duro para conseguirlo, manteniéndose firmes en su posición frente a aquellos que dicen que los perros callejeros son la desgracia de nuestra ciudad. Todo lo contrario: estos perros de aspecto saludable y bien cuidados hacen que ofrezcamos una imagen mucho más amistosa y humana, y la mayoría de extranjeros que nos visitan, como tú, amen nuestra forma de volcarnos con ellos”.

No puedo dejar de imaginar cómo sería esta situación en España. Perros callejeros al cuidado de los ciudadanos: ¿sería factible? Creo que estamos demasiado acostumbrados a leer y ver terribles noticias a diario sobre maltrato, robo y asesinato de perros que tienen un hogar. No quiero imaginar si nuestras calles estuviesen llenas de perros, a libre disposición de los cuatro energúmenos que todavía se dedican a envenenar y patear perros.

Ojo, porque en Atenas hubo una oleada de perros envenenados en las calles y, aunque no haya pruebas que lo confirmen, era vox populi que había sido el propio Ayuntamiento quien cometió semejante barbaridad quitándose de en medio a unos cuantos perros en Grecia de cara a las Olimpiadas. Y es que ni en la ciudad más perruna se salvan nuestro amigos de la malvada mano del hombre.

Y esta es la curiosa historia de los perros en Grecia que me ha traído de cabeza todas mis vacaciones, y no puedo hacer otra cosa más que alabar la grandeza del pueblo griego por volcarse de esta forma con sus compañeros de cuatro patas.

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