San Valentín. La fecha que conmemora a los enamorados, el día universal del amor y del color de la pasión. Las tiendas se visten de rojo y rosa, todo es dulces, corazones y besos. El 14 de febrero es desde siempre una fecha especial para todos aquellos que están en una relación, ha inspirado historias de amor y envalentonado a aquellos que querían declarar sus sentimientos a los cuatro vientos.
Para cada uno, este día es algo diferente. Hay quienes se visten y lo celebran como si fuese Navidad, quienes lo pasan como otro día cualquiera, e incluso quienes lo odian. A pesar de todo, y aunque tengas planes con tu pareja para este día, o simplemente lo vayas a pasar con amigos como un día más, hay alguien especial a quien seguro que le hace ilusión y de quien no deberías olvidarte este día.
Cuando tu perro hace más por ti que tu pareja el día de San Valentín
Sí, hablamos de tu perro. Es tu mayor compañía y posiblemente le quieras más que a mucha gente, con lo que por qué no demostrarlo el día del amor. Por eso, este año, en Gudog te traemos las mejores historias de amor entre perros y dueños. Una pequeña muestra del cariño que nos profesan estos seres y que te harán quererlos todavía más.
Hachiko, el perro fiel
Seguro que, si no la has visto, has escuchado hablar de Hachiko, la película protagonizada por un Akita Inu y Richard Gere. Es un clásico que ha hecho llorar a más de uno por la lealtad de un perro a su dueño. Lo que tal vez no sepas es que la historia de Hachi ocurrió de verdad en la década de 1920 en Japón.
Fue adoptado por el profesor de agricultura de la Universidad de Tokio, Hidesaburo Ueno, y durante dos años lo acompañó todos los días desde casa hasta la estación de tren de Shibuya, para recogerle más tarde y volver juntos a casa.
Un fatídico día, el profesor falleció en la universidad a causa de una hemorragia cerebral, y cuando Hachi lo fue a recoger, no lo encontró. Ese día en el que el profesor no volvió a casa, tampoco lo hizo su perro. Se quedó durante los siguientes 9 años esperando a Ueno en Shibuya hasta el fín de sus días.
Durante ese tiempo todos los que pasaban habitualmente por la estación comenzaron a fijarse en el perro, y fueron ellos quienes alimentaron y cuidaron a Hachiko el resto de su vida. En 1934, un año antes de morir, le hicieron una estatua de bronce y el propio animal estuvo presente al inaugurarla.
Hachi no sólo fue un perro fiel hasta el final, sino que además consiguió salvar a su raza ya que en su momento solo quedaban 30 akitas puros en Japón. Su fama, ayudó a que la raza se expandiera y consiguió que fuese una de las razas más emblemáticas de la nación nipona.
John y Schoep, un amor incondicional
Pero no sólo hay perros leales, sino también dueños que hacen cualquier cosa por su mejor amigo. John Unger se acababa de separar de su expareja y atravesaba una de las épocas más duras de su vida. Un día, decidió poner fin a todo y quitarse la vida en el Lago Superior, en Michigan. Schoep, un perrito abandonado de 8 meses, al verlo ahogarse se precipitó a salvarle aun teniendo miedo al agua.
A partir de ese momento, Schoep se convirtió en el mejor amigo de Unger y convivieron juntos mucho tiempo. Con la edad, el perrito acabó con ceguera y una artritis tan dolorosa que le impedía dormir. Su dueño volvía entonces todos los días con su perro, al lugar que tanto significó para ellos, para sumergirse con su peludo en sus brazos en el agua templada del lago, ya que relajaba al animal y sólo entonces podía dormir, flotando.
Una foto de la gran amiga de Unger, Hannah Stonehouse Hudson, lanzó a la fama este extraordinario acontecimiento en el que la confianza y cariño eran protagonistas de la tierna imagen en la que una persona intentaba calmar los dolores de su mejor amigo. Con 20 años, Schoep falleció pero habiendo vivido una vida intensa y sabiendo que su dueño le quería y se lo demostraba a diario.
Al final, el perro se merece la posición como mejor amigo del hombre. Su cariño y amor incondicional es algo que celebrar en San Valentín sin duda alguna. Tal vez las historias que ocurren en nuestro día a día no sean tan heroicas, pero el simple hecho de llegar a casa tras un día largo y cansado para encontrarnos a nuestro peludo favorito feliz por vernos llegar es suficiente como para que todo se nos olvide.
Por eso, acurrucarse con él en el sofá este día de San Valentín, darle un juguete nuevo, o pasearle más tiempo de lo normal, puede ser un regalo genial que disfrutará sin duda. Y es que son los pequeños gestos los que más cuentan, y eso tu mascota lo sabe.
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